jueves, 26 de mayo de 2011

¿Qué hace felices a los niños?

Cualquier adulto que en algún momento de su vida cuente con la presencia a su alrededor de un niño o una niña, puede comprender que la simple convivencia con los mismos lleva a un aprendizaje continuo, pues son muchas las situaciones novedosas que se presentan en la interacción con los pequeños y ponen a prueba la capacidad del adulto para comunicarse y acompañarlos en su proceso de desarrollo.

Usualmente nuestras indagaciones sobre cómo poder acercarnos a los niños, parten desde la perspectiva de aquello que podemos hacer por ellos pero si realizamos una reflexión más minuciosa, quizá nos percatemos de que hay mucho que podemos aprender o posiblemente recordar, sobre lo que significa ser un niño y lo que nos proporciona felicidad durante la infancia. 

Si bien es cierto que cada ser humano es diferente y que existe una gran diversidad de cosas que pueden brindarnos felicidad durante la niñez, aún así, es posible ubicar algunas ideas generales sobre aquello que suele llenarnos de alegría y que al recordarlo, puede despertarnos nuevamente una sonrisa.

El niño tiene necesidad de convivir con otros niños de su edad, en los cuales puede encontrar tanto un reflejo de su propia condición de pequeño como también de sus potencialidades, puesto que se encuentran en un proceso de desarrollo, adquiriendo día a día nuevas capacidades y una mayor autonomía. Además, es en su interacción con otros niños de su edad donde el niño se enfrenta a dificultades diferentes a las que suele encontrar dentro del contexto familiar, descubriendo así lo que significa compartir la atención del adulto con el resto de los niños y empezar a experimentar tanto las alegrías como las diferencias que se presentan de manera natural al convivir con los otros.

De manera paralela, así como existe en el pequeño una necesidad de tener contacto con sus iguales, también existe una gran necesidad de la atención y la convivencia con los adultos que conforman su medio familiar. Es a través de su contacto con ellos, dónde el niño va construyendo una percepción del mundo que le rodea y en el cual, para poder llegar a convertirse en un individuo autónomo e independiente, procura parecerse a su padre, madre o hermano mayor, a quienes tanto admira.

Requiere las palabras de sus padres, que le ayuden a nombrar  tanto lo que ocurre fuera de él, en su interacción con la gente, pero también, lo que ocurre dentro de él, con las sensaciones de su cuerpo y con sus sentimientos. Necesita la presencia de ese medio familiar que le de seguridad y lo ayude a desarrollar las herramientas para resolver cada uno de los conflictos propios del desarrollo humano.

Mientras que los adultos recurren a la palabra para resolver las situaciones que se les presentan en su vida diaria, los niños hacen uso del juego y de su imaginación. Van impregnando al mundo con sus fantasías en las que se expresan no solo sus sentimientos y deseos, sino también sus dificultades y temores. Reviven dentro de sus juegos las experiencias que tienen oportunidad de atravesar, e incluso encuentran la posibilidad de resolver situaciones emocionales que se han quedado ancladas a su pasado.

En este sentido podemos decir que es en ese espacio de invenciones, descubrimientos y aventuras, donde los niños pueden encontrar una libertad creadora que va más allá del mundo que les rodea, la cual también es una  expresión de la riqueza y la complejidad del interior de esa pequeña persona.

El simple hecho de jugar proporciona al niño una satisfacción y un bienestar del que en ocasiones el adulto llega a olvidarse, pues pasa por alto que aquellas capacidades de resolver situaciones y hallar soluciones para la vida diaria, tan valoradas por él, son un reflejo de la creatividad que como niño tuvo oportunidad de desarrollar a lo largo de interminables horas de juego.

Concluyendo, todo niño y niña durante su infancia necesita convivir con otros niños con los que pueda encontrar un reflejo de sí mismo y de sus capacidades pero también necesita una convivencia con sus padres y su familia, en quienes encontrará un ejemplo de lo que significa constituirse como un ser humano con la independencia y autonomía para mantenerse en contacto con su medio.

Siempre será privilegiado el papel del juego como una expresión de las características particulares de ese niño, pero también como un punto de unión en el presente, entre su historia subjetiva y su potencial para el futuro.

Si a los niños y niñas de nuestro alrededor, les preguntamos ¿Qué los hace felices? Seguramente, su respuesta será de lo más diversa e incluso sorprendente, sin embargo podemos afirmar que probablemente dentro de la mayoría de sus respuestas podríamos encontrar la satisfacción del juego, la interacción con sus iguales y la convivencia con sus seres queridos. Sí existe alguna duda simplemente, ¡hagamos memoria!


Referencia Bibliográfica:
Ø      Dolto, F., ¿Niños agresivos o niños agredidos?, Colección Guías para padres, Editorial PAIDOS, España, 2004.
Ø      Dolto, F., Como educar a nuestros hijos, Colección Guías para padres, Editorial PAIDOS, México, 1998.
Ø      Winnicott, D. W., Realidad y Juego, Editorial Granica, Argentina, 1972.

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